jueves, 20 de diciembre de 2012


MANIFIESTO DEL VIAJERO


Todo mi patrimonio está en mis bolsillos vacíos
Cientos de rostros grabados en mi memoria
Decenas de amaneceres en mis pupilas
Un puñado de noches sin dormir y algunas cicatrices

Abandoné mis anillos, para comprometerme con la realidad que contemplaba cada día
Abrí  algunas puertas para asomarme donde no mira nadie
Perdí todos los mapas para encontrar los caminos menos transitados

Aprendí que solo cuando la razón duerme, la naturaleza despierta
y nuestros verdaderos instintos afloran.

Perdí el reloj que esclavizaba mis días  y encontré una caracola en la arena que marca los tiempos de las mareas del Caribe.

Desenchufé la radio para escuchar el latido de la Pacha mama.
Dejé atrás mis apegos  para caminar libre del peso del pasado,
pero se colaron algunas piedras en mis zapatos.
Olvidé mis miedos en una botella de ron del malecón de la Habana
Perdí mi nombre escrito en una servilleta en la escalera de la música de Trinidad.

Aprendí que nuestros miedos no nos definen, si no que nos muestran lo que seríamos si no tuviéramos el  valor de enfrentarlos.
Entendí que aunque permanezcamos quietos, todo está en continuo cambio,
que es mejor fluir con la vida, adaptarnos, solo así se puede evolucionar.



Comprobé que la creatividad es un salvavidas y la mente hay que llevarla siempre bien abierta.


Aprendí que quien sigue su corazón nunca se equivoca,
que las emociones son la mejor brújula,
que la razón está llena de dudas y solo el corazón sabe cual es el camino correcto.

Regalé todos los abrazos que cabían en mi pecho.
Entendí que la capacidad para emocionarte está por encima de toda lógica
y de cualquier norma.

Reí,
Lloré,
Busqué,
Encontré,
Perdí todos los puntos de vista,
Llené mis pulmones de vida


 
Puede que al final lo que define lo que realmente somos no sean nuestras características individuales, sino aquellas que nos unen. El elemento común entre todos nosotros.
Por eso viajo, para  unir lo que no unen los mapas ni las fronteras
Para dar todo lo que tengo y recibir todo lo que la vida me ofrece
Por eso nunca me falta nada, la plenitud va conmigo.

El alma del viajero no descansa
Incluso sin moverse de lugar, su espíritu vuela siempre alto,
por encima del resto, lejos del suelo, lejos de la rutina.

Nerea Huete.